Es evidente el gran amor de Robert Prevost. hacia el Perú. ¿Por qué? Nosotros que vivimos aquí no lo sabemos, pero debemos descubrirlo.
Resulta irónico que nos emocionemos, por
ejemplo, por un partido de fútbol de la selección, pero seguimos botando
desperdicios en medio de las calles.
Para nada es amor al país que no se
respete el paso de los peatones. Tampoco que los padres estén más atentos a un
celular que a la inocente y sencilla conversación de sus hijos.
Y ni qué decir de la larga espera por una cita médica o la indiferencia de los gobernantes ante los reclamos sociales. Sigamos el ejemplo del Papa y su profundo cariño y respeto por esta nación de historia milenaria y que valga la pena toda esta emoción que ahora sentimos. (AAV).
Foto: internet
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