Se dice que la
vida es un cúmulo de hechos maravillosos que uno atesora y que hay que
disfrutar. Una vez que entendemos esta pauta nos resulta fácil ponerla en
práctica, sin embargo, lo que nos resulta difícil es saber esperar esos
momentos felices.
Así es, si
nos ponemos a reflexionar sobre todos los procesos en nuestra experiencia de
vida nos daremos cuenta que tienen su tiempo, y aún más cada persona lleva un
reloj distinto.
Y no
se trata de conformismo, sólo de comprender que el tiempo es distinto para
cada persona. Porque es así como funciona la existencia, las vivencias no son
las mismas para todos, y lo que es bueno para uno no es necesariamente
bueno para los otros.
La parte
triste de este entendimiento está en no aprender de las experiencias y de
los errores. Pero –aquí viene de nuevo la indulgencia del tiempo-
felizmente nunca es tarde para aprender, de eso se trata nuestro paso por la
vida.
Así que
seamos felices con lo que tenemos y no anhelemos lo que aún no llega o nunca
llegó, quizá tengamos mucho más por agradecer a Dios. Eso sí, no dejen de
luchar por sus sueños, que el destino no los encuentre inactivos, hagan lo
necesario por lograr su objetivo y que Dios decida lo óptimo para cada uno. (Aurora
Arriola V- Publicado en la revista De Novios)
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Arriola V.
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